Liderazgo: ¡No seas capullo y sal de la crisálida!

¡Qué cansado estoy! ¡Todo el día luchando! ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?

Llego a la empresa y ¡siempre igual!, parezco el Quijote, siempre “desfaciendo entuertos”, que si el proveedor ha tenido un problema y no llegará a tiempo el pedido, que al cliente le dan igual nuestros problemas y lo necesita para el viernes, que Moroso SA nos ha devuelto los recibos y no paga, que ayer Tráfico nos paró un camión porque llevaba exceso de carga ¡si es que teníamos que llevar el pedido completo SI o SI!, Bufff. Ah, y la máquina de fabricar “perigonzos”, ¡se nos acaba de averiar y ha paralizado toda la producción!, total, que tengo en la puerta al responsable de logística, el jefe de almacén, al Director Comercial, el de Administración y el de fábrica ¡todos preguntándome que qué hacen! ¡y yo que sé! ¿todo lo tengo que decidir yo? ¡estoy a punto de explotar!

•  ¡Vaya panorama que tienes, Marcos! ¡tienes que hacértelo mirar! ¿no?, respondí a mi desventurado interlocutor quien, extenuado, con los codos apoyados sobre la mesa y las manos sujetando su abrumada cabeza, hablaba más para sí que para mí.

o  ¿Hacérmelo mirar? ¡ésta es mi vida! ¡mi día a día es así y no hay quien lo cambie! ¡no puedo hacer nada! O ¿es que tú sabes hacerlo mejor? ¡aquí me gustaría verte! ¡a ver qué hacías!

•  Pues, lo primero que se me ocurre, así a bote pronto, es que para pasar de oruga a mariposa tienes que pasar por crisálida ¡y no te estoy llamando “capullo”, Eh?!

o  Eh, Eh, Eh, que yo soy un directivo, no soy una oruga y lo de “mariposear” no va conmigo. Únicamente necesito que la gente sea responsable, cumpla lo que dice, ponga de su parte, que las cosas funcionen con un esfuerzo razonable, sin tener que dejarme la vida cada día en librar batallas contra todo y contra todos.

•  Pues eso, ¡lo que te estoy diciendo!, que te tienes que transformar, y si quieres cambiar lo que tienes, deberás cambiar lo que haces, y para cambiar lo que haces tienes que evolucionar en lo que eres. ¡Total, que necesitas una auténtica metamorfosis en tu estilo de gestión!

Nos quejamos, ¡y nos quejamos mucho!, nuestro equipo no está comprometido, elude tomar decisiones, los clientes, los proveedores, la competencia, el mercado, el sistema… ¡todo está en contra nuestra!, y… si bien es cierto que el hábitat en que la mayoría de directivos y empresarios desarrollan su actividad acostumbra a ser un entorno hostil, también es cierto que cada uno elige –en la mayoría de las ocasiones inconscientemente- ese entorno que tan poco atractivo nos resulta.

La empresa, el departamento, el equipo, los clientes que tenemos… son los que nos merecemos, están hechos a nuestra imagen y semejanza, de acuerdo con los valores que transmitimos se conforma nuestro ecosistema, a imagen y semejanza nuestra.

Si soy un chapucero… mi negocio será chapucero. Si soy desorganizado, mi negocio –o departamento- será un desastre, si soy pesetero, mis clientes serán peseteros y únicamente valorarán el precio, si soy avaricioso, mis colaboradores serán avariciosos y cada vez darán menos y exigirán más. Cuando doy a mi equipo información limitada porque… ¡cómo van saber ellos datos que considero “sensibles”, como cuánto se vende, cuánto se gasta, qué márgenes tenemos o cuánto se gana!, esas limitaciones marcarán el día a día del desempeño y el compromiso de la empresa y para con la empresa.

Últimamente he conocido a varios empresarios que dicen “es que eso no tienen por qué saberlo, no hay que contar tantas cosas, la información es sensible….” Y se da la circunstancia de que quienes lo dicen son –precisamente- aquellos que más ansían que su equipo “sienta los colores” ¿tendrá algo que ver el hecho de no saber de qué sirve su desempeño y qué aportan a los resultados?

También, cuando educo en el valor y no el precio tengo clientes que saben que lo más barato no es lo que menos precio cuesta, me rodeo de colaboradores proactivos, y proveedores comprometidos. En la época en que fui Director de Entidad Financiera, muchos compañeros de mi misma empresa y directores de otras entidades de la competencia con quienes mantenía buena relación acostumbraban a decirme: “tú es que tienes mucha suerte con tu gente, se te va uno bueno –habitualmente porque era promocionado- y viene otro mejor” Pues quizá sí, pero tanta suerte tiene más de causalidad que de casualidad.

Amigo Marcos, si quieres que tu empresa cambie ¡empieza por cambiar tú! Porque (ésta frase me gusta mucho) “nada es nunca como siempre” y en una sociedad donde el cambio es una constante, evolucionar no es una opción sino una obligación si quieres sobrevivir.

No eches la culpa a la mala suerte, a las circunstancias, a la crisis al mundo… sólo TÚ eres el responsable de lo que pasa. Y volvemos al ejemplo de la mariposa, quien, desde un simple huevo (el inicio de tu empresa, el emprendimiento inicial, tus inicios, cuando te promovieron a directivo desde un puesto técnico) te transformaste en una pequeña oruga; alimentándote de tu vasta experiencia y de tu conocimiento técnico te convertiste en jefe –o en propietario de un negocio- porque eras el mejor en tu área, atesorando un excelso conocimiento de tu actividad pero… las orugas –igual que los perfiles técnicos- tienen exoesqueleto.

o  Y… ¿qué quieres decir con eso?.

•  El exoesqueleto no es elástico, y para crecer tiene que mudar de piel durante su desarrollo-¿Cuánto tiempo llevas sin mudar de piel?

(Léase “mudar de piel” en el sentido de analizar la validez del sistema, si tu organización del trabajo es eficaz, si hay algo que cambiar o modificar, qué tienes que aprender, en qué áreas de gestión debes formarte, cuestionar tu día a día para mejorar tu desempeño y el de tus colaboradores…. Para ser un buen empresario o directivo no basta con ser un gran especialista técnico, también debes conocer la gestión financiera y ser un humanista con tu equipo, ayudarles a “hacer que hagan”, fijar las reglas del juego, organizar tareas y sistematizar procesos)

o  Pues… ¡es que no me da tiempo! ¡Bastante tengo con gestionar el día a día, que parezco un bombero, como para estar pendiente de ésas otras cosas! Si la teoría me la sé, pero en la práctica…

•  Entonces… ¡no te quejes!

Además de formarte e informarte –lo que hará expandir tu mente- necesitas -y es imprescindible- pasar a la fase de crisálida (insisto, crisálida y no capullo, eso ya estás demostrando serlo con tus justificaciones). En esta etapa tiene lugar la metamorfosis, en la que poco a poco va formándose el cuerpo de la mariposa, (equivalente a tu proceso de desarrollo gerencial). Ésta metamorfosis precisa de un período de adaptación.

Si no tienes voluntad de cambio, tu empresa –o tu puesto directivo- nunca llegará a darte lo que deseas; y el primer cambio tiene que ver con la idea que tienes del negocio. Definir qué es lo que hace falta para que funcione sin tu dependencia, un proceso que te ayudará a detectar oportunidades “mágicas”, si eres capaz de comprender, redactar y diseñar el proceso del éxito de tu empresa.

o  Y eso… ¿Cómo se hace?

• Puedes aprenderlo tú, siguiendo el modelo empírico, –el clásico método de “ensayo y error”-o puedes ahorrar tiempo, dinero y evitar errores, con el método científico, donde puedo ayudarte y guiarte en el proceso.

Conozco muchos trabajadores, directivos y empresarios que, a pesar de vivir –y sufrir- cada día las nuevas exigencias y tendencias del mercado que modelan el futuro, no asumen la evolución personal, profesional o empresarial necesaria, y esperan pacientemente el “milagro” de que ésta incómoda situación sea pasajera y las cosas se acaben poniendo “en su sitio”, -el sitio que ellos desean o les gustaría, aquel al que están acostumbrados porque siempre había sido así-, donde se encuentran cómodos, sin asumir que en el entorno social y económico del siglo XXI nada permanece nada vuelve a ser como era, y que las personas y empresas que no sean capaces de evolucionar están condenadas a la extinción.

La evolución de las especies no deja de ser una “Teoría”, es decir, una hipótesis extraída a partir de la observación. No obstante esa observación del entorno empresarial revela, al igual que Darwin formuló, que aquellos empresarios y directivos que sobreviven no son los más fuertes, sino los que mejor y más rápido se adaptan al medio. Adaptación que se fundamenta en la formación continua en habilidades gerenciales que te permitan ser un generalista.

Tú ya no eres un especialista, no tienes que ser el que mejor sepa realizar una tarea, ahora diriges tú a esos técnicos, y precisas desarrollar habilidades y capacidades diferentes a las que te auparon al puesto que ocupas.

Cuando el lepidóptero alcanza la edad adulta y se libera de la crisálida nace una bella mariposa cuya misión es la reproducción, además de ser un agente polinizador que contribuye a la formación de frutos y semillas.

Del mismo modo, tu evolución firme, como directivo comprometido y eficaz, contribuye a la formación de mejores empresas, equipos exitosos, colaboradores eficaces y futuros directivos que enriquecerán el ecosistema, y tu empresa, mediante el desarrollo de sus mejores competencias.

Se recoge lo que se siembra, y, si bien no faltan inviernos duros, años malos… la semilla plantada en forma de oportunidades siempre florece cuando siembras orden, organización, pasión por la excelencia, gestión eficaz, compromiso. La planificación estratégica (esa que siempre queda para cuando haya tiempo porque ahora estoy “muy liado/a”) garantiza alcanzar el sueño inalcanzable del éxito. (Éxito definido como tener una empresa/departamento que funcione sin tu dependencia, las personas estén comprometidas, tomen decisiones, haya orden, rentabilidad y clima laboral óptimo)

¿Quieres que tu esfuerzo se traduzca en éxito? ¿Quieres cambiar lo que tienes? ¡Conviértete en mariposa!

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