Cómo hundir tu empresa en 10 Sencillos pasos

–    “Pedro, ¡cuánta falta haces en mi empresa!”

Ayer coincidí en el ascensor con uno de mis vecinos, y un trayecto donde acostumbran a cruzarse charlas intrascendentes, que habitualmente dura 1 ó 2 minutos, se prolongó en una amena conversación en el portal por espacio de media hora.

Borja, que así se llama mi vecino, es director de un departamento en una multinacional estadounidense del sector energético, por lo que su insinuación me pareció una excepcional invitación para el ejercicio de mi profesión.

o  “Pues ya sabes Borja, ¡encantado de trabajar, de ayudar y de aportar! ¡es mi pasión! ¿cuándo me siento con el director general o con el de recursos humanos?”repliqué entusiasmado.

–       “Precisamente ese es el problema Pedro, el director de Recursos Humanos”

o  “Cuéntame más, por favor

–       “Mi empresa ha sido un lugar excepcional para trabajar, donde las personas contábamos, se tenían en cuenta nuestras necesidades, se nos apoyaba profesional y personalmente…, resultaba muy agradable ir cada día a trabajar, y además nos entregábamos con ganas a las tarea, estábamos comprometidos con la empresa y hacíamos todo lo que estaba en nuestra mano para mejorar los resultados de la empresa, con ilusión y armonía, que se transmitía y era percibida por todos los que trataban con nosotros” relataba Borja con añoranza y no sin cierta aflicción.

o  “Y… ¿Cuál es el motivo de éste cambio “ pregunté con cierto asombro, siendo consciente de que en el día a día de la empresa en ocasiones se toman decisiones estratégicas necesarias para mejorar la competitividad, que no siempre son bien percibidas por directivos medios, algunos de ellos resistentes a cualquier cambio.

–       “Precisamente nuestro Director de Recursos Humanos” enfatizó Borja, ansioso por compartir su consternación con alguien que mostrara un mínimo de empatía. “Hace unos cuantos meses se ha incorporado un nuevo director de recursos humanos, un joven con un currículo brillante, con 2 licenciaturas de grado medio, master internacional, idiomas… ¡una estrella!, y desde su llegada todo ha ido a peor”

o  “¿Podrías ser un poco más preciso al definir «todo»?” pude argüir en un respiro de su vehemente descripción.

–       “El talento ya no importa, la actitud tampoco, se valora más el tiempo que estás en el puesto de trabajo que los resultados, tus ideas no cuentan ¡ni te escuchan!, de repente todo lo hacemos mal, ha dejado de haber flexibilidad para atender necesidades familiares y personales… ¡podría estar todo el día contándote!”

Dice el saber popular que “para muestra, un botón”, poco más hace falta saber para intuir las infalibles fórmulas utilizadas por el ejecutivo en cuestión para crear un perfecto ambiente tóxico que afecta negativamente al buen hacer diario, las ganas y la implicación del equipo.

Un buen nivel de dirección de personas por parte de todos los mandos de una empresa no es una nueva moda, no se trata de ganar reputación, ¡la supervivencia y el futuro de la empresa dependen de ello!, porque pasamos muchas horas de nuestras vidas en el puesto de trabajo cada vez valoramos más la calidad de esas horas y forman parte del salario emocional, cuyo valor es trascendente y muy superior al salario económico.

Una empresa del siglo XXI no puede ni debe permitirse directivos mediocres, sin empatía, que ignoren ese salario emocional, que puedan ser autores del manual del fracaso de un ejecutivo Cómo hundir tu empresa en 10 sencillos pasos”, que –si existiera- seguro que de uno u otro modo estaría compuesto por los siguientes:

1.      No des importancia a los detalles, son intrascendentes, ¡tienes mucho trabajo! Y no hay tiempo para pensar en planificar o prestar atención a menudencias.

2.      No hagas nada que se encuentre por debajo de tu nivel de responsabilidad, ¡para eso eres el jefe! No puedes rebajar tu status y parecer un asistente ¡es tarea de ellos!

3.      Gratifica y premia a tu equipo por lo que sabe y no por lo que hace, por el tiempo que está en la empresa y no por lo que produce.

4.      ¡Cuidado con las personas brillantes! ¡No dejes que destaquen, pueden pretender tu puesto! Vigila a tu competencia, cárgala de tareas y no permitas que tomen decisiones sin contar contigo.

5.      Aquí siempre se ha hecho así y nos va muy bien, ¡para qué cambiar! Si siempre ha funcionado. No te pago para pensar, la imaginación es para pintores y novelistas, la empresa es orden.

6.      Gracias a mí la empresa funciona, los éxitos son fruto de mi trabajo y mi capacidad de ejercer el control, el honor es mío por haber sabido dirigir a mi equipo, sin mí… ¡donde estarían!

7.      Sé intolerante, intransigente y desconsiderado. Es el único modo de hacerte respetar.

8.      Sé leal a ti mismo. Tú como individuo estás por delante de la empresa y del equipo. Si no te cuidas tú ¿Quién te va a cuidar?

9.      Tú eres el líder, que quede claro que la autoridad es tuya y quien no la reconozca que se atenga a las consecuencias.

10.  El despacho es símbolo de tu jerarquía, ten la puerta cerrada y que llamen antes de entrar, ¡que todos sepan que no eres un “mindundi”!

El éxito personal y profesional requiere un jefe que escuche, que valore las ideas y opiniones de su equipo, que sea coherente y justo, que sea cristalino en la valoración del desempeño, transmita adecuadamente qué espera de sus colaboradores, reconozca el trabajo bien hecho y ayude a corregir los errores, que controle para aportar valor no para ver qué es lo que se ha hecho…

Una empresa bien dirigida, donde las oportunidades de desarrollo profesional y progreso personal son claras y transparentes, el sistema de retribución es justo y adecuado al desempeño y sus resultados, acostumbra a tener un clima laboral agradable y ayuda a atraer y retener el talento.

–       “Estoy totalmente de acuerdo contigo vecino” replica Borja entusiasmado, “¿qué podemos hacer para evitar que la empresa se hunda en 10 sencillos pasos? ¿puedes echarnos una mano con nuestro jefe?”

o  “¡Por supuesto que puedo!, aunque hay un pequeño «detalle», para conseguirlo es necesario que tu jefe se involucre, se comprometa, desee cambiar y crea que los resultados mejorarán si él evoluciona en su liderazgo, si no ¡vete buscando otro empleo tranquilamente porque será capaz de hundir una gran empresa lenta y gradualmente, ¡ya hemos visto muchos casos en la historia reciente!”

–       “El lunes en cuanto llegue hablo con él para que tengáis una entrevista y le digas cómo puedes ayudar a la empresa y a sus directivos”

Finalizo éste humilde artículo con una reflexión del maestro Peter Drucker: “Los directores deberían fijarse en los puntos fuertes de la gente y no en sus debilidades. La función de una organización es hacer la fuerza humana productiva, y eso se consigue construyendo a partir de las cualidades positivas de la gente y no lamentando sus limitaciones”

¿Hablamos?

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Madrid 07 de Enero de 2017

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2 comentarios. Dejar nuevo

  • Felicidades Pedro, es un excelente artículo! Cuando se valoran los procesos más que al talento humano, es inevitable el fracaso.

    Responder
    • ¡Muchas gracias Sara! Me encanta que te haya gustado, para mí es una felicidad aportar valor.
      Feliz día.

      Responder

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